Día dos: Segunda parte.
- ¿Vamos a Ignis entonces? -Goll negó con la cabeza.
- No aún, quiero más pistas de ella. Primero vallamos a Montsognir y veamos cómo llegó la carta allí.
- ¡Te repito que no estoy segura de que aquel mensajero sea de ahí! -Dijo Íewen acalorada- Tal vez es un guardia de la muralla quien la recibió.
- No importa, ¿viste a dónde se dirigió el caballo?
- ¿Cómo me voy a fijar en eso? -El Nordo agarró un mapa.
- Estamos a medio día de Montsognir sin caballo... Allá podemos conseguir uno con el ximerin que tengo en casa y llegamos a la Zona de Guerra en dos segundos -La maga suspiró, mientras Thof se aclaró la voz para hacerse notar.
- Yo estoy de acuerdo con nuestro amigo, bella Íewen.
- ¡Guardate tus halagos para otra ocasión, Thof! Ahora vallamos a Montsognir que nos espera un largo viaje.
- ¡Vamos!
Ya casi eran las 6 de la tarde, los tres alsirios podían ver la gran entrada de la ciudad, quien les daba la bienvenida.
- Y... ¿A quién le preguntamos primero? -Íewen no le prestó atención, sabía que Thof buscaba que ella le respondiera todas sus preguntas ¡siempre!
- Al pregonero -Contestó Goll mirando al frente.
- ¡No! -Susurró la maga- No es de acá...
- ¿Cómo lo sabés, linda?
- ¡Pará un poco vos! Era un guardia de la muralla.
- ¿Por qué te diste cuenta? -Íewen lo miró.
- Porque si el que trajo la carta era un mensajero de acá, Baldrik se debería haber dado cuenta... Y esta ciudad sería un lío. Está demasiado tranquila para eso, ¿no les parece? -Ambos Nordos asintieron.
- Voy a mi casa a buscar mis ximerines para alquilar unos caballos y nos vamos -Goll no tardó en salir corriendo a su casa después de decir esta frase. Luego, volvió con una bolsa brillante, de la cual salía una luz azul- Al establo.
- ¡Ahí! -Alquilaron los caballos y se encaminaron a la Zona de Guerra. Ya llegando a la muralla, un guardia hablaba con otro animadamente.
- Señores -Interrumpió Thof.
- ¿Si? -Respondió un guardia.
- ¿Algún guardia Utghar recibió una carta extraña? -Los cuestionó.
- Mmm... ¿Puede que sea una carta con destino a Birka?
- Sí, destinatario: Goll Dusdak.
- Está del lado exterior de la muralla -Íewen agradeció de parte del Nordo y salieron los tres, por la puerta de la muralla.
- ...¿¡Podes creerlo!? ¡Una carta clavada en la fle...! -Un Utghar, claramente el que estaban buscando, le comentaba algo sorprendente a su compañero guardia- ¿Se les ofrece algo, jóvenes?
- Sí, soy Goll Dusdak. Quiero saber quién le entregó la carta que llevó usted a Birka ayer por la noche.
- ¿Usted es la señorita Íewen? -Preguntó dirigiéndose a la maga.
- Sí, ¿nos podría explicar cómo encontró esa carta? -El guardia contestó medio nervioso:
- No fue muy agradable que digamos: estaba tomando unos mates con mi amigo, cuando escucho unos gritos de auxilio. Me acerco al lugar de donde provenían esos llamados y me encuentro con un alsirio muerto, el cual tenía una flecha clavada en la espalda. Aquella flecha tenía una carta enrollada, ¡y con esto me encontré!
- ¿¡Los gritos eran de una mujer!? -Preguntó Goll.
- Si, no se entendían mucho, pero eran de una mujer...
- ¡Es ella! -Dijo poniendo una cara de felicidad que casi se caía. Atajado por su amigo Thof, el cual le pegó una suave cachetada para "bajarlo de las nubes".
- ¡Goll! Vamos a buscarla, no te quedes así que si no llegamos mañana. -Íewen sonrrió por primera vez en el día y se montó al caballo nuevamente, luego tomó carrera ¡y se lanzó a correr!
- ¡Los espero en Ignis! ¡¡Jaja!!
- ¡¡Nadie me gana en las carreras de caballos, y menos alguien tan linda como vos!! -Gritó aquel Nordo, quien pensaba desde hace años ya, proponerle matrimoño a su compañera.
- ¡¡¡EU!!! ¡Esperenmeeeeeeeeeeeee! -Dijo el otro riendo, se montó al caballo y emprendió viaje a Ignis.
Ya en el famoso puente, en el que habían asustado a más de 70 ignitas y a su comandante... Vieron dibujos en la arena de la playa...
- ¡Es ignita! Son diálogos... O eso parece -El "científico" de Thof desifraba las escrituras, de las cuales pudo entender estas:
Ella espera... Cúpula... Guardias... Hienas... Muerte... Una joven... Él...
- Mmm... Podría ser: Ella espera en la cúpula. Los guardias escaparon por las hienas. Están en peligro de muerte, una hoven y él -Dijo Goll pensativo.
- No tiene sentido... Pero comparándolo con el poema de la carta. Mmm... -Íewen no estaba convencida- ¡Miren! Parece que siguió escribiendo y el agua se lo llevó, porque más allá siguen las escrituras.
- ¡Sigámoslas! -Propuso el científico, mientras el otro enamorado no hacía más que pensar en su novia. Ya se estaba haciendo la noche y seguían caminando por la playa.
- ¿Dónde dormimos? -No hubo respuesta al joven, ya que sus compañeros no estaban- ¿¡Pero...!?
Fin del día dos
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