Día tres (mañana): El lado ignita.
El joven Nordo ya estaba disfrutando el frio, extrañaba después de un largo día de Ignis alguna brisa fresca. Además le hacía pensar en Alsius, lo cual llevaba la taberna, lo cual llevaba a varias cosas... Como por ejemplo: A Livh.
- ¡Thooooooooooooooof! ¡Íeweeeeeeeeeeeen! -No se escuchaba ni un suspiro más que el de él- ¡Por favooooooooor! Uf... ¡¡Alguieeeeeeen!!
- Darah
- ¿¡Eh!? -Él no entendía ignita, sólo conocía a una persona que lo supiera.
- ¡Gutaj! -Preparó su escudo y su espada, estaba oscuro y se escuchaba una voz. No había más que un par de hienas rondando por ahí- ¡Smilarinfah! ¿Goll?
- ¿¡Quién es!? -¡Sabe mi nombre! ¿¡Quién es!? se dijo para sí.
- ¡Juraa Tuf! -Se escuchó un aleteo y una carta voló hacia él, la cual decía:
Goll:
No te asustes si alguien grita tu nombre, es un elfo oscuro transformado en grifo. Prometió ayudarnos si lo liberábamos del hechizo, cosa que según Íewen vamos a hacer.
Quedate tranquilo con respecto a la syrtense, está atrapada en el Castillo de Shaanarid. Vamos a ir a rescatarla nosotros, vos quedate donde estés, no te preocupes por nosotros
Íewen y Thof
Mientras, en el Castillo de Shaanarid... (5:00 luna nueva)
- ¿Segura que es acá?
- ¡Callate que nos van a encontrar! Cualquier cosa hacete pasar por un Esquelio, yo me voy a esconder.
- ¿¡Qué!?
- ¡Nos vemos en cuanto la encuentres! Chau, Thof -El Nordo casi se cae al suelo arenoso, gracias al beso que le dio aquella maga en la mejilla. Se levantó rápidamente y la saludó.
Medio atontado, el joven Nordo caminó disimuladamente al puente de Shaanarid. La siguiente conversación fue hablada en ignita:
- ¡Galf! Llegás tarde, ¿dónde estabas? -Thof miró a su alrededor, le estaban hablando a él.
- Perdón, señor. Me retrasé con unos alsirios...
- ¿Era un clan? ¿¡Se dirigía hacia acá!? -Él negó con la cabeza.
- Eran dos, y no parecían más que simples exploradores que no se dan cuenta que estamos en guerra.
- ¿Guerra? ¡Estamos en GUERRA A MUERTE! ¡Ese reino debe desaparecer!... Así nos dejan de molestar y acabamos con los syrtenses rápidamente
- Como usted diga, señor. Voy a entrar al castillo.
- No tardes demasiado, estate atento por si viene alguien... ¿Mejor por qué no te quedás en la torre?
- Así será -Se dirigió a la entrada cruzando el puente, allí le abrieron la puerta y no hizo más que entrar a la torre.
Lo que él planeaba era simple: subiría al piso en el que se encontraba la ventana, donde también estaba la novia de Goll. Luego, esperaría en la gran torre de vigía a que venga un clan alsirio para colarse con ellos y así volver a su reino. Íewen iría en busca del clan, de paso buscaría a Goll por la playa del lago.
Ya en la escalera de la torre, Thof vio la puerta al siguiente piso serrada.
- ¿¡Qué!? -Susurró- ¡Uf!
- ¡MORIRÁN! ¡MORIRÁN TODOS USTEDES! -Unos gritos femeninos se escuchaban del otro lado de la puerta- ¡YO SÉ LO QUE TRAMAN! ¡MALDITOS, DEJENME SALIR!
- ¿Sos de Syrtis? -Continuó susurrando.
- ¿¡QUIÉN ES!?
- Soy un alsirio, ¡no grites! Conozco a Goll, soy su amigo. Si usted calla, señorita...
- ¡DEJESE DE CHISTOSEAR Y MUÉRASE DE UNA VEZ!
- Mmm... ¿Usted es de Syrtis?
- ¡AAAAAAH! ¡GRRR! ¡SÁQUENME! -Un guardia que escuchaba los gritos desde abajo subió las escaleras y le aconsejó al alsirio:
- No le hagas caso, no importa lo que le digas te va a gritar.
- ¿De dónde salió?
- Es la hija del rey que se volvió en contra de Ignis, fue una orden que la mantuvieramos acá hasta que se tranquilice un poco.
- ¿¡!? -Se atragantó- ¿Ah, si?
- Sí... ¿Nadie te contó? Bueno, si querés subir arriba de todo mejor andá por ahí -El guardia señaló una escalera de madera al lado de la que usaban usualmente. Thof subió por ahí y esperó.
Fin del día tres (mañana)
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