miércoles, 24 de diciembre de 2008

Parte tres - Capítulo uno

Parte tres: Antes ellos eramos así
Capítulo uno: "La balada del elfo del bosque y la elfa oscura"

- ¿Cuántas veces me dijiste que trataste de escapar?
- No sé, perdí la cuenta -La cara de la cabra era ni más ni menos que de sorpresa.
- ¿Unas diez veces?
- Supongo que más, pero ni idea... ¡Ahora vamos!

El Utghar y el Nordo caminaban por las mazmorras del castillo hace más de dos días... y aún no habían encontrado la salida. Allí, en Imperia, las mazmorras se usaban como calabozo para aquellos que habían violado las leyes del reino de Alsius.

- ¿Cómo dijiste que te llamabas?
- Mis compañeros me decían Tuko, pero vos decime como quieras...
- Quiero saber tu nombre
- ¿Por qué querrías saberlo? -Hablaba firme y decididamente, como si tuviera todas las ideas en la cabeza. No parecía interesarle mucho la vida del peludo que tenía al lado.
- ¿Tal vez para saber con quién estoy hablando?
- Bueno, da lo mismo... Mi nombre es Goll
- Yo me llamo...
- No me interesa

Qué persona más extraña... Y más desagradable, desde luego pensaba el Utghar.

Era rara la situación... Dumlork había robado una gema a un hombre que se la había robado su hermana. Como este hombre no tenía idea de quién era él lo acusaron de ladrón. No era mucho, así que lo habían hecho devolver la gema y pagar el valor al supuesto propietario. Pero un tiempo después casi mata a un guardia por equivocación y esa no se la perdonaban. Ahí estaba entonces, escapando con un hombre totalmente desconocido que decía haber estado encarcelado hace más de cinco años. Nunca le contó por qué, simplemente le decía "No te importa" o "No es de tu incumbencia".

En ese momento estaban bajando y subiendo escaleras, doblando a la izquierda y a la derecha en las bifurcaciones, cruzando pasillos y forzando cerraduras.

"¡Ey, ustedes dos!" gritó un guardia al verlos. Corrió hacia ellos con el rapier apuntando al frente. El compañero de la cabra saltó ágilmente por encima del caballero que tenía enfrente. Luego comenzó a correr, sin importarle lo que era de Dumlork. A este lo atraparon y lo encadenaron para que no vuelva a escaparse. El pobre contemplaba por la ventana como escapaba "Tuko", perseguido por otros guardias. Saltaba por los lugares más difíciles y se metía por los pasadizos más pequeños... Todo con tal de que no lo vuelvan a atrapar.

Esa noche hubo una horrible tormenta. Dumlork no podía pensar en otra cosa, el odio que le tenía a ese hombre era demasiado grande. El muy maldito lo había usado de carnada para los guardias. Cuando por fin pudo dormirse, despertó unas horas después a causa de un trueno. Pudo ver en la ventana un papel destruido con algo escrito. "No te enojes, es común que las primeras 17 veces te usen para poder escapar". El grito se escuchó en todo Imperia, en toda la península, en todo Alsius... Tal vez en todo Ra.

Ahora Goll estaba merodeándose por la zona de guerra. Planeaba volver a la muralla, pero no estaba seguro... Tal vez había guardias que continuaran recordándolo. Decidió ir a Syrtis y robar oro, mucho oro... Lo que fuera necesario para sobornar gente si hacía falta. Vio al lado de un mercado a un bardo tocando una guitarra o algo similar. Corriendo como ninguno, fue y se la quitó de entre las manos sin que se diera cuenta. Corrió muy lejos de allí para que no lograran perseguirlo y se sentó en una piedra, al lado de la muralla syrtense. Comenzó a tocar una bella melodía. Esta canción tenía una larga introducción, ¿pero qué haría cuando llegara la parte en la que una persona cantaba? ¡No podía cantar en alsirio! Así que hizo una versión instrumental, complicándola un poco más. La canción trataba de un elfo del bosque que se había enamorado de una elfa oscura. Él no tenía más de veinticinco años. Era joven aún y no le importaba exponerse a peligros tan grandes como hacerse pasar por un bardo syrtense cuando ni siquiera sabía hablar el idioma. Diría que era mudo y ya.

Cuando la canción estaba por llegar al final, tuvo la sorpresa de encontrarse con tres guardias enormes como un Utghar que se acercaban hacia él, quien no paró de tocar la guitarra un segundo. Los gorilas estaban rodeando a una pequeña elfa pálida vestida con una hermosa ropa. Sin duda, tenía enfrente a la pequeña princesa de Syrtis. Cuando la canción terminó, ella le dijo algo a uno de los guardias y luego este le dio una bolsa llena de oro. Arrastrada por los caballeros, que hacían acordar a Goll a los del calabozo de Imperia, la niña tuvo que irse. Le dio una bella sonrisa antes de alejarse lo suficiente, el Nordo no se al devolvió. Continuó tocando diferentes canciones hasta que se aburrió y se llevó las monedas que había juntado. La mayoría eran de parte de la princesa. Corrió hacia el mercado y le dio la guitarra al original dueño. más tarde marchó para Alsius.

Dos o tres años después conoció a un Nordo caballero. De a poco fueron tomando confianza entre ellos... Hasta que se hicieron verdaderamente amigos. Un día charlando en medio del bosque de pinos a la noche, este Nordo le dijo que se haga caballero como él... y que deje de robar. Justo se habían acomodado en un lugar en el que no había muchos árboles y la luna les daba tan directo que tenían frío. Pero no era un frío como el de Alsius... Era diferente. Estuvieron charlando toda la noche. Volvieron a Alsius la mañana siguiente. Goll comenzó su entrenamiento ese mismo día.

Fin del capítulo.

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