Día cuatro (mañana): La oscuridad de la luna.
- ¡Mire, Dikamin! Ahí ya se ven los pastos verdes.
- ¿Eh? -El joven alsirio no acostumbraba caminar por un desierto desde las 5 de la tarde hasta las 2 de la noche- ¡Ah, sí!
- ¿Lo espera alguien allí? Bah, no importa. Sólo preguntaba, ya que una bruja nos dijo que lo llevaramos acá.
- Eh... Supongo que sí, un par de amigos -¿Seguirán allá? se preguntaba él.
- Está bien, ¿son alsirios? -Thof lo miró extrañado- Digo, porque mis hombres sino son avisados matan a cualquier enemigo
- Ah... No te hagas problema, son alsirios los dos -Khor giró sus ojos sin mover la cabeza a la dirección en la que se encontraba aquella extraña maga- ¿A dónde mira?
- N... Nada, podemos seguir adelante.
Al llegar al verde, donde ya podían ver la cúpula... Vieron a una persona corriendo en dirección a ellos.
- ¡Preparen sus armas! -La imágen se veía borrosa, ya que era de noche y la luna apenas se veía.
- ¡No, es alsiria! -Gritó el Nordo y tirando su escudo y la soga que sostenía a la princesa al suelo se dirigió a ella.
- ¡Thof! -Decía ella, era Íewen que corría llorando hacia su amigo.
- ¡íew! ¿Por qué llorás?
- ¡Creí que estabas muerto!
- Es que tardamos mucho porque somos muchos, no te preocupes... ¿Y Goll?
- Está durmiendo, pudimos curar la herida del brazo.
- ¡Eso! ¿Por qué hablaste en plural cuando me escribiste la carta? ¡Y por qué lo haces ahora!
- Ah, no te conté... Conocí a una ignita que está del lado de la princesa, es decir...
- No, ya sé... -Íewen saludó mirando por encima del hombro de Thof.
- ¡Señor Dikamin! No vuelva a hacer eso, por favor. Ya sabe, soy de piernas cortas -Dijo el enano riéndose, con él traía la soga. Luego le hizo una reberencia a la maga.
- ¿Y esa ignita, Thof? -Preguntó ella.
- Kir Haalem Daf ("Soy la princesa")
- ¿? -Íewen no sabía hablar ignita.
- Dam Leek Ju Seseaam ("Ella es mi amiga") -Respondió el Nordo en ignita.
- Jee Mu ("Está bien") -La princesa reberenció a Íewen, la cual se quedó muy imprecionada.
- Voy a hacer de traductor, no te hagas problema -Le guiñó un ojo a la maga- Ahora... ¿Dónde está Goll?
Ella los guió a los tres: Khor, Thof y la princesa a la cúpula.
- Silfavin, este es mi amigo... Y, por lo que veo... Acá está la princesa de tu reino.
- ¡Haalem! Duj Feesil ("¡Princesa! Alavada sea") -Respondió la ignita.
- Goll, acá está Thof -El Nordo tirado en el pasto levantó la cabeza.
- ¡Thof!
- ¿Estás bien? -El otro asintió y trató de sentarse.
- Un clan de syrtenses cazadores me atacó con sus quichicientos yetis y leones y qué se yo...
- Mmm... Deben haber sido los que rondaban por Ignis, esos que mataron los guardias... O que se supone que iban a matar, ¡estuvieron como dos horas para ir a buscarlos! Y desde las 5 más o menos que no vuelven.
- Señores, ¿nos dirigimos a Alsius entonces? -Preguntó uno del ejército de Khor.
- ¿¡Estás loco!? -Gritó el enano de improviso- ¿¡No te das cuenta de que llevamos a una ignita y a la princesa ignita con nosotros!?
- ...¿Y? -Respondió mientras su "líder" se tapaba la cara con la mano.
- Pero, tiene razón... ¿A dónde vamos sino? -Preguntó Íewen. Goll la miró.
- A buscar a Livh
Unas cuantas horas después, en la muralla de Ignis - Parte interior (10:00 de la mañana, sol atróz)
- ¡Pero su majestad!
- ¿¡Qué!? ¡Ya me tienen harto ustedes con sus cuidaditos y qué se yo! ¡Ahora lo que más importa es mi hija!
- ¿Qué le ha pasado a su hija?
- ¡No lo sé! Me ha llegado una carta esta noche -El guardia seguía extrañado- ¡Corranse de inmediato! ¡¡O sino serán alimento de gol-tar!!
- Como diga usted, su realeza.
- ¡¡¡CORRANSE, ESCARABAJOS INÚTILES!!! -El rey de un empujón corrió a todos los guardias que trataban de impedirle la salida a la Zona de Guerra. Ya una vez en la parte exterior de la muralla, él miró con odio a todos los que se encontraba allí- ¿¡Qué hacen acá!?
- Y... Venimos a informarle de lo sucedido, su maj...
- ¡NO! ¡¡¡Ustedes deberían haber estado en el castillo!!! ¡Así mi hija no se habría escapado!
- Pero, señor... Ella no se escapó -El rey miró atentamente al guardia que estaba hablando- ...Un clan alsirio invadió el castillo, y se llevaron a la princesa, digo... ¡A su hija! ... Se llevaron a su hija con ellos.
- ¡Osea que si USTEDES, en vez de molestarse con unos syrtenses, se hubieran preocupado por MI hija...! -El rey puso cara de horripilancia, luego se puso rojo mirando a los guardias y dijo con voz grave y seca- Muéranse...
5 guardias reales que iban detrás del rey agarraron a los de la muralla exterior y le dijeron al rey: ¿A dónde lo llevamos?
El destino de los pobres guardias fue Tenax, quien tuvo un delicioso desayuno ese día... Mientras, el rey se dirigía al castillo.
Fin del día cuatro (mañana).
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