sábado, 24 de enero de 2009

Parte cuatro - Día uno

Parte cuatro: Los Invocadores y la predicción de los dioses ignitas
Día uno: Aclarar preguntas sobre la cálida nieve de Ignis no está nada mal.

Era una bella escena... Thof estaba recostado en el verde pasto al lado de Íewen, mientras Goll y Livh estaban sentados en una enorme roca de la mano. De repente, los dos caballeros preguntaron al mismo tiempo: "¿Qué pasó?". Ambas mujeres, extrañadas, preguntaron a qué se referían.

- Ya saben de lo que estamos hablando -Dijo Thof.
- Vos, Livh: ¿Qué es lo que pasaba que me mandaste la carta? -Se dio vuelta para encontrarse con su compañera- Y vos, Íewen: ¿Qué pasó con Leesa y todo el lío?
- Bueno... La carta resultó de que...
- ¿De qué? -Insistieron.
- Mi hermana era muy parecida a mí y... ella era la invocadora -¿Era? se preguntó Thof. Jean-Luc escuchaba atento las palabras de la syrtense, aunque poco entendía- Es muy parecida a mí, no somos gemelas ni nada parecido... pero un grupo de ignitas que está todo el tiempo cerca de la muralla de Syrtis me persigue cada vez que salgo a la zona de guerra. Creo que ellos quieren matarme, o capturarme, o algo así
- ¿Y por qué se te ocurrió pedirme ayuda a mí? -Todos miraron al Nordo con cara de desaprobación- Me refiero a por qué justo a mí. Ella conoce a miles de personas y de ellas, yo debo ser la que peor la trató.
- Una mujer me dijo que el invocador de Alsius es un caballero.
- ¿Caballero? -Se extrañó la hechicera- ¿No debería ser un mago?
- Mi hermana era tiradora -Aseguró la semielfa.
- Pero... ¿Y si es Thof o cualquier otro caballero?
- No sé, pensé en caballeros de Alsius y me acordé de vos... Sos el único alsirio que conozco, y al único que no mataría ni aunque me lo rogaran.
- Supongo que debería decir... Gracias -Dijo- Pero, no creo que sea yo...
- El rey de nuestro reino quiere juntar a los invocadores de Alsius y Syrtis para encontrar al invocador de Ignis -Comentó Leesa
- ¿No sos vos? -Preguntó Torg confundido.
- No invoqué a Evendim, Daen-Rha y Thorkul si eso es lo que piensan... Desperté sus espíritus con un hechizo que Daen-Rha utilizaba para crear fantasmas. Les decía que los reviviría si lo ayudaban y entonces ellos le obedecían.
- ¿Ah? -Todos se dieron vuelta. La princesa Dusmirild estaba llorando
- ¿Gi Daajka? ("¿Está todo bien?") -Preguntó Thof.
- Kir... Kir Unsekulf Daf ("Yo soy la invocadora")
- ¿¡USTEDES SON LAS INVOCADORAS!? -Les gritó Vingüet.
- ¡Acabo de decir que no! La invocadora era mi hermana, pero hizo un encantamiento para olvidarse cómo invocar y se olvidó eso y todo lo demás
- ¿Hasta que vos eras su hermana?
- S... Sí
- Estamos en la misma -Sonrió Íewen vagamente- No te preocupes, podemos hacer que nuestros familiares nos recuerden... ¿No, Soro?

El chico estaba muy ocupado leyendo el libro de Evendim.

- ¡Soro!
- ¿Eh? ¡Ah, sí! El Inkermendus
- Bueno, ahora... -Thof miró a la mujer que estaba al lado suyo- ¿Qué pasó cuando tooodos nosotros estábamos ahí abajo, en las entrañas de la tierra? Quiero decir, volvimos a los fantasmas de Evendim y de Daen-Rha a donde tenían que estar y dormimos a Thorkul, pero... Quedé muy confundido
- Cuando yo salí corriendo me metí en un lugar con muchos caminos distintos. Entré al del centro, ya que lo único que quería era alejarme -Suspiró- Me encontré con Evendim, quien me atrapó, ya que me agarró muy de sorpresa y estaba desconsentrada. Desmayé por el susto y, cuando desperté, estaba en una habitación igual a la que me encontré con ustedes. Estaba sola allí. No tenía mi báculo. Cada vez que me daba vuelta aparecía una puerta. Después de estar un rato muy largo así, vi a Leesa montada a Thorkul aparecer por el cielo de agua. Ella me empujó mentalmente y yo caí en otra habitación. En ese momento me di cuenta de que era un hechizo de ilusión, ahí fue cuando encontré mi báculo. Ella cruzó la puerta y ahí estaban ustedes.
- Hace unos dos años, yo fui a donde había sido la eterna lucha de Daen-Rha y Evendim -Comenzó Leesa- Allí, una voz me invadió. me decía lo que tenía que hacer y lo que no, yo estaba muy confundida. Un dia entré a una biblioteca para buscar un libro de encantamientos de bendición y cuando sin querer agarré un libro llamado "Hechizos de Daen-Rha", la voz volvió a invadirme. Me enloqueció, hasta que llegó un momento en que ya no sabía lo que hacía. Lo único que recuerdo es haber pronunciado las palabras "Embvektidsla"
- ¿Embvektidsla? -Preguntó Soro extrañado- No recuerdo haber leído eso en el libro.
- Dudo que encuentres un hechizo de Daen-Rha en el libro de hechizos de Evendim, quienes eran totalmente enemigos.
- Dejá de leer y prestá atención -Le murmuró Thof.
- Igual, sus almas siguen rondando por las bibliotecas, las casas antiguas, las ruinas... -Miró la tierra húmeda que tenía en la mano- Un descuido e invaden la cabeza de cualquier hechicero poderoso.
- ¿Saben? Estaba pensando y se me ocurrió una forma más fácil de comunicarnos con aquellos que no hablan alsirio
- Pero nos traducimos.
- Esto es aún más fácil... Leesa, ¿nos podrías decir qué hechizo utilizaste para encantar la habitación en la que estábamos Thof, Ujla, Usrrofh y yo?
- ¿Yo hice eso? -Se extrañó- Lamento decirte que no recuerdo nada, debe ser un hechizo de Daen-Rha.
- Mmm... Porque en ese extraño sueño que tuvimos podíamos comunicarnos perfectamente. No sé qué idioma era ese, pero lo hablábamos los cuatro
- Sí -Se incluyó Thof- Pero nosotros creíamos que ellos eran simples productos del sueño, y de seguro ellos creían lo mismo.
- Habría que buscar el libro de Daen-Rha... Pero también hacer algo para que no sea necesario dormirnos
- ¡Ey! -Gritó Khor para llamar la atención de todos- Aclarar preguntas sobre la cálida nieve de Ignis no está nada mal

Los que habían entendido, reían por eso y los que no, reían por la cara del enano al decir esa locura.

Fin del día uno.

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