sábado, 24 de enero de 2009

Parte cuatro - Día dos (mañana)

Día dos (mañana): Caldo de araña

Era la noche, todos estaban profundamente dormidos... Exceptuando al joven Soro. Algo le inquietaba y no podía seguir esperando...

Horas después, allí mismo (7:15, salida de sol).

Leesa se levantó, simplemente porque no tenía más sueño... Hambre, todos tenían hambre. Se escuchaban los eufóricos gritos de los estómagos en las conversaciones, por las noches... Todo el tiempo. Al dar una mirada general se dio cuenta de que faltaba alguien.

Se alejó y comenzó a buscar por los al rededores, pero no lo encontraba... Después de largo rato, lo vio en la orilla del Lago Central, al lado de la famosa "cúpula". El chico no se dio vuelta al notar la presencia de la ignita, simplemente preguntó qué quería.

- Saber por qué te fuiste
- Creí que lo sabías
- Sé mucho, pero no todo
- ... -Se sentó en el pasto- No sabés de dónde vengo, ¿no?
- No... Aunque me gustaría saberlo.
- Yo no me llamo Soro en realidad... Olvidé mi nombre hace mucho
- ¿Cuántos años ten...?
- Perdí la cuenta. Al olvidar mi nombre comencé una nueva vida... Es como si hubiese nacido otra vez.
- ¿Vos sabés de dónde venís?
- No. Pero sé que no vengo de Ra... No me parezco a ninguno de ustedes.
- Si no te conociera diría que sos un Nordo.
- ¿Qué pensás que soy?
- ... -Leesa sonrió- Un Nordo
- No tenés idea, ¿no? -Miró directamente hacia el sol- ...Yo tampoco
- Prestame tu mano... -El chico, extrañado, se dio vuelta y acercó su brazo a la ignita. Esta agarró una daga y le hizo un tajo en la muñeca.
- ¿Qué me hiciste? -Miró la cortadura, de la cual salía sangre... mucha sangre- ¡¡¡!!!
- Te asusta la sangre... Pero, ¿acaso te duele?
- N... No sé -Escondió su mano detrás de la espalda- Siento que me duele, pero en realidad no es cierto.
- Tal vez no te guste esto, pero no parecés... no parecés humano.
- Muchos me lo dijeron ya... No te preocupes, no me ofende.
- Tenés la apariencia de un chico. ¿Es así tu raza o...? -Soro se dio vuelta para mirarla- No sabés -El chico negó.
- A veces... A veces tomo una forma que asusta a la gente y... y hago cosas sin darme cuenta
- ¿Como si fueras un hombre lobo? -Él asintió en vez de responder.
- Desearía saber por lo menos si... Si yo soy así
- ¿Creés que esta no es tu forma original?
- Supongo que hace mucho podía controlarme al cambiar de forma... Me transformé en humano y... y olvidé cómo regresar
- Yo no puedo ayudarte -Dijo Leesa, sin borrar la sonrisa de su cara- Pero ellos sí
- ¿Ellos? Algunos ni siquiera saben que no soy Nordo.
- Por eso mismo... -El chico agachó la cabeza.
- ¿Cómo...? ¿Cómo hacen ustedes para llorar?
- Generalmente cuando algo nos duele mucho, cuando le pasa algo malo a una persona a la cual se quiere mucho, cuando pasa algo muy bueno...
- ¿Cuando pasa algo muy bueno? -La hechicera asintió- ¿Por qué Íewen se puso a llorar cuando le dije para qué servía el Indestempus? No parecía feliz
- No estuve cuando eso pasó, pero seguro si le preguntás a alguien...
- ¿Si le pregunto a ella no se va a sentir mal?
- Mejor no le preguntes por qué lloró... Preguntale cómo lloró, cómo se sintió.
- Está bien -Soro sonrió- Gracias
- Denada -Leesa le devolvió la sonrisa. Escuchó un aullido- Vení, seguime.

El resto de la mañana se dedicaron a cazar hienas y arácnido (con estos últimos hicieron una extraña especie de sopa). Sin nombrar con qué bicho habían hecho el caldo, les entregaron el desayuno. Habría sido más decente desayunar queso y pan, pero no era momento de ponerse a buscar cabras o trigo. Lo suyo fue un desayuno-almuerzo.

Fin del día dos (mañana).

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