sábado, 24 de enero de 2009

Parte cuatro - Día dos

Día dos: Tormenta de flechas

- Ey... Íew -Murmuró Thof tratando de despertarla. Pero no respondía... Se dio vuelta para encontrase con Goll- ¡Ey! -Volvió a murmurar, pero estaban demasiado dormidos para escucharlo- Uf... Parece que voy a tener que ver esto yo

El Nordo se paró y comenzó a caminar hacia un árbol. Había visto una sombra detrás de él. Tropezó con algo y cayó. No gritó, aunque le dolió bastante ¡Maldita roca! pensó. Se sentó y miró hacia atrás para ver si en serio había tropezado con una roca. El callado syrtense que tan mal le caía a Thof había despertado Una roca sería mejor.

- Uf, ¡seguime! -Lo agarró del brazo y lo levantó.

Corrió hacia el árbol, llevándose consigo al tirador. Se empezaron a escuchar unas voces.

- ¡Ay! ¡¡AAAH!! -Eran gritos de una chica, parecía muy chica.
- ¡Shh, silencio!
- ¡¡AAAAAAAAAH!!
- ¡Que te calles!

Thof buscó en su cinto, pero no estaba el envaine. Buscó en su espalda, pero tampoco estaba su monstruosa espada a dos manos. Lo único que pudo encontrar fue una daga. Corrió hacia el otro lado del árbol amenazando con el "gran" arma que llevaba.

- ¡Soltala! -Gritó sin siquiera ver a quién se refería.
- ¿Por qué lo haría? -Preguntó un Utghar bárbaro sosteniendo fuertemente de la mano a una pequeña Molok.
- Porque... ¡Porque solo es una niña! ¿Qué te puede hacer?
- ¿Ves este tajo? -Le mostró su brazo. Una cortadura que aún sangraba, y mucho, le cubría todo el antebrazo- Lo hizo esta "insignificante" niña.
- ¡! -Vio a la chica. Tenía unos dibujos debajo del ojo, típico de los Moloks.
- Además... ¿Qué te puede importar si es una ignita? ¡No creo que nadie te apoye! -Dijo riendo.
- Munssiriosh Emvessil -Se escuchó y tres flechas salieron disparadas desde la copa del árbol, las cuales le clavaron el pie en el pasto al bárbaro.
- ¡Agh! ¿¡Quién está ahí!? -Revoleó una daga al lugar de donde habían salido las flechas.
- ¿Emnees Donmish? -Dijo el syrtense con una mano sosteniendo una daga, la cual apuntaba al Utghar y la otra sosteniendo a la chica para que no se escape.
- ¿Por qué de repente se te ocurrió la idea de matar a una ignita como ella?
- No la iba a matar, la estaba SE-CUES-TRAN-DO.
- ¡La pregunta sigue siendo la misma! ¿Por qué?
- ¿Tanto les imp...? -Una lluvia de flechas cayó sobre la cabeza del alsirio.
- ¡¡¡!!! -Thof se asomó sobre el hombro del bárbaro y Jean-Luc miró para atrás.
- ¡Gak! ¡Gak obtekok! ("¡Vallanse si quieren vivir!") -Gritó un tirador molok desde arriba de una roca.
- Enmektioth Empelkk ("Estábamos salvándola")
- ¡¡¡GAK!!! ("¡Vallanse!") -Otra lluvia de flechas salió disparada, pero esta vez hacia Thof. Se agachó, una le rozó la espalda y las demás simplemente cayeron en la arena.
- ¿Ensem? -Murmuró el Alturian. El caballero no respondió, se paró y agarró del brazo a la chica.

Ella hacía lo posible por soltarse, pero él la agarraba fuerte. Caminaba hacia la roca en la que se encontraba el ignita. Este, al estar nervioso, lanzó tres flechas. Una le dio en el muslo a Thof, otra en el hombro a la chica y la otra cayó entre las piernas de la pobre Molok.

- ¡¡Gak!! -El hombre volvió a tenzar el arco.
- ¿¡Ven Emvessil Men!? -Gritó Jean-Luc revoleándole la daga que iba a utilizar para matar al Utghar si hacía falta.

Aún así, las flechas fueron disparadas. Thof abrazó a la niña para que no le den más flechas a ella. En vez de sentir dolor, sintió calor. El alsirio vio una llamarada salir de la nada quemando las flechas.

- ¡Ikmith Vonkuth! ("¡Es un estúpido!") -Gritó Juzal, quien había hecho el sortilegio
- ¿¡Están bien!? -Gritó Íewen preocupada desde atrás.
- Sí... -El caballero soltó a la pequeña Molok. Esta trató de pararse, bañada en llantos, comenzó a correr, pero cayó- Ith ("Perdón")
- ¡¡Ensseka!! ¡Munvelokíen! -La chica comenzó a gritar palabras que no eran en idioma ignita.

Leesa agarró suavemente el brazo de la niña. La siguiente conversación fue hablada en ignita:

- No queríamos herirte ni a vos ni a tu padre -Le dijo.
- ¡¡Ensseka!!
- ¿Podrías hablar en ignita?
- Snif snif... Sí
- ¿Cuál es tu nombre?
- Dinleucci
- El mio es Leesa... Él es Thof -Señaló al alsirio que trataba de no mirar su pierna, la cual se la estaba curando Íewen- Él es Juzal...
- ¿Cómo se llama él? -Señaló al tirador syrtense que estaba mirando la luna
- Jean-Luc
- Jean-Luc mató a mi papá
- Tu papá los habría matado a vos y a Thof si nadie lo paraba
- ¡Mi papá nunca me mataría!
- Si Juzal no detenía las flechas, estas iban a atravesar el cuerpo de Thof, quien te abrazó para que ninguna te caiga a vos.
- Entonces... ¿Mi papá me iba a matar? -Una lágrima caía libremente por la cara de la niña.

Esa noche todos durmieron intranquilos. Exceptuando al Alturian, quien no pudo dormir.

Qué imbécil que era ese hombre se decía.

Fin del día dos.

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